El alma al recibir la Comunión debe consumarse en Jesús y dar gloria completa de la Vida Sacramental de Jesús a nombre de todos.

Imagen de Esperanza Melara
El alma al recibir la comunión debe consumarse en Jesús y dar la gloria completa de la Vida Sacramental de Jesús a nombre de todos.    Febrero 24 de 1917.  Vol.  11

Habiendo recibido la comunión, tenía estrechado a mi corazón a mi dulce Jesús y le decía: “Vida mía, cuánto quisiera hacer lo que hiciste Tú mismo cuando te  recibiste Sacramentado, a fin de que Tú puedas encontrar en mí tus mismos contentos, tus mismas oraciones, tus reparaciones.” Y mi siempre amable Jesús me ha dicho:

“Hija mía, en este breve giro de la hostia Yo encierro todo y por esto quise recibirme a Mí mismo, para hacer actos completos que glorificaran al Padre dignamente,  porque las criaturas recibían a un Dios, y daba a las criaturas el fruto completo de mi Vida Sacramental, de otra manera habría sido incompleto para la gloria del Padre y para el bien de las criaturas, y por eso en cada hostia están mis oraciones, mis agradecimientos y todo lo demás que se necesitaba para glorificar al Padre, y lo que la criatura debía hacerme; así que si la criatura falta, Yo en cada hostia continúo mi labor como si por cada alma me recibiera otra vez a Mí mismo, entonces el alma debe                               transformarse en Mí y hacerse una sola cosa conmigo, debe hacer suya mi Vida, mis oraciones, mis gemidos de amor, mis penas, mis latidos de fuego con los que quisiera hacerlas arder, pero no encuentro quien se deje en poder de mis llamas.

Y Yo en la hostia renazco, vivo y muero y me consumo, pero no encuentro quien se consuma por Mí, y si el alma repite lo que hago Yo, me siento repetir como si otra vez me hubiera recibido a Mí mismo y encuentro gloria completa, contentos divinos, desahogos de amor a la par de Mí, y doy gracia al alma de consumarse en mi misma consumación.” 

 

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