"FELIZ NAVIDAD"

Imagen de Mariu

El Dr. Salvador Thomassiny  nos obsequia este ramillete de bellas lecturas para este día tan especial, y como para quien vive o intenta vivir en la Divina Voluntad, Dios tiene preparadas siempre nuevas alegrías, hagamos nuestro todo lo que Nuestro Amado Jesús nos quiere COMPARTIR,  para VIVIRLO Y DARLO A conocer a nuestros hermanos.

¡LES DESEO QUE TODOS LOS DÍAS SEAN "FELIZ NAVIDAD"!

 

Mariu.

 

Quiero desearles una Navidad que no termine, que permanezca para siempre en sus vidas, y que Jesús adquiera el puesto de Rey en ellas.

 

Les entrego como regalo, algunas lecturas sobre este suceso ocurrido en la historia hace 2000 años. Que Dios haga brillara su Luz en sus almas, y los conduzca a la única finalidad para la que fuimos creados:

 

«VIVIR FUNDIDOS EN JESÚS»

 

“Hija mía, hoy es mi nacimiento y he venido para hacerte feliz con mi presencia, me sería demasiado duro no hacer feliz en este día a quien vive en mi Divina Voluntad, no darle mi primer beso y decirte te amo como correspondencia del tuyo, y estrechándote fuertemente a mi pequeño corazón, hacerte sentir mis latidos que hacen salir fuego que quisiera quemar todo lo que no pertenece a mi Voluntad, y tu latido haciendo eco en el mío me repite tu querido estribillo: ‘Tu Voluntad reine como en el Cielo así en la tierra’.  Repítelo siempre si me quieres hacer feliz y tranquilizar mi llanto infantil.  Mira, tu amor me ha preparado la cuna de oro, y los actos en mi Divina Voluntad me han preparado la vestidura de luz, ¿no estás contenta?”

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“Hija mía, mi nacimiento en el tiempo fue el renacimiento de mi Divina Voluntad en mi Humanidad, y como renacía en Mí, traía la alegre nueva del renacimiento en las humanas generaciones.  Mi Fiat es eterno, pero se puede decir como si naciera en Adán para formar la larga generación de su renacimiento en la criatura, pero como Adán rechazó esta Voluntad Divina, con rechazarla impidió los tantos renacimientos que debía hacer en cada criatura, y con amor constante e invencible esperó a mi Humanidad para renacer de nuevo en medio de la humana familia.  Por eso todo lo que Yo hice en todo el curso de mi Vida, las lágrimas infantiles, mis gemidos y sollozos, no eran otra cosa que renacimientos de mi Divina Voluntad que eran formados en Mí para hacerla renacer en las criaturas, porque habiendo renacido en Mí, y poseyéndola como mía, tenía el derecho y el poder de darla y hacerla renacer en la criatura.  Así que todo lo que hacía mi Humanidad:  Pasos, obras, palabras, penas, aun mi respiro y mi misma muerte, formaban tantos renacimientos de mi Divina Voluntad por cuantas criaturas habrían tenido el bien del renacimiento de mi Fiat Divino.

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“Hija mía, el acto de mi nacimiento fue el acto más solemne de toda la Creación, Cielo y tierra sentían sumergirse en la más profunda adoración a la vista de mi pequeña Humanidad, que tenía como amurallada a mi Divinidad, así que en el acto de mi nacimiento hubo un acto de silencio y de profunda adoración y oración:  Oró mi Mamá y quedó arrebatada por la fuerza del prodigio que de Ella salía, oró san José, oraron los ángeles y toda la Creación; sentían la fuerza del amor de mi potencia creadora renovada en ellos, todos se sentían honrados y recibían el verdadero honor, porque Aquél que los había creado debía servirse de ellos para lo que era necesario a su Humanidad.  Se sintió honrado el sol al tener que dar su luz y calor a su Creador, reconocía a Aquél que lo había creado, a su verdadero Señor y le hacía fiesta y honor con darle su luz; se sintió honrada la tierra cuando me sintió que estaba acostado en un pesebre, se sintió tocada por mis tiernos miembros y exultó de alegría con signos prodigiosos; todas las cosas creadas veían a su verdadero Rey y Señor en medio de ellas, y sintiéndose honradas, cada una quería darme su oficio:  El agua quería quitarme la sed, los pájaros con sus trinos y gorjeos querían recrearme, el viento quería acariciarme, el aire quería besarme, todos querían darme su inocente tributo.

Sólo el hombre ingrato, a pesar que todos sintieron en ellos una cosa insólita, una alegría, una fuerza potente, fueron reacios, y sofocando todo no se movieron, y a pesar de que los llamaba con lágrimas, con gemidos y sollozos, no se movieron, a excepción de pocos pastores.  No obstante era por el hombre que venía a la tierra, venía para darme a él, para salvarlo y para llevarlo conmigo a la patria celestial.  Por esto Yo era todo ojos para ver si venía ante Mí para recibir el gran don de mi Vida Divina y humana, así que la Encarnación no fue otra cosa que darme en poder de la criatura.  En la Encarnación me di en poder de mi amada Mamá; en mi nacimiento se agregó San José, al cual hice don de mi Vida, y como mis obras son eternas y no están sujetas a terminar, esta Divinidad, este Verbo que descendió del Cielo, no se retiró más de la tierra, para tener ocasión de darme continuamente siempre a todas las criaturas.  Mientras viví me di develadamente y después, pocas horas antes de morir realicé el gran prodigio de dejarme Sacramentado, para que quien quisiera pudiera recibir el gran don de mi Vida; no puse atención ni a las ofensas que me habrían hecho, ni a los rechazos de no quererme recibir, dije entre Mí:  ‘Me he dado, no quiero retirarme más, aunque me hagan lo que quieran, pero seré siempre de ellos y estaré siempre a su disposición”.  Hija, esta es la naturaleza del verdadero Amor, este es el obrar como Dios:  La firmeza y el no retirarse a costa de cualquier sacrificio. 

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“Hija mía, en mi Divina Voluntad el alma tiene todo en su poder, no hay cosa que nuestra Divinidad haya hecho, tanto en la Creación como en la Redención, de la que nuestro Fiat Divino no posea la fuente, porque Él no pierde nada de nuestros actos, es más, es la depositaria de todo; y quien posee nuestro Querer Divino posee la fuente de mi Concepción, de mi nacimiento, de mis lágrimas, de mis pasos, de mis obras, de todo; nuestros actos no se agotan jamás, y conforme hace memoria y quiere ofrecer mi Concepción, viene renovada mi Concepción como si de nuevo me concibiera, resurjo a nuevo nacimiento; mis lágrimas, mis penas, mis pasos y obras resurgen a nueva vida y repiten el gran bien que Yo hice en la Redención.  Así que quien vive en nuestro Querer Divino es la repetidora de nuestras obras, porque así como de la Creación nada se ha perdido de lo que fue creado, así de la Redención, todo está en acto de surgir continuamente, ¿pero quién nos da el impulso?  ¿QUIÉN NOS DA LA OCASIÓN DE MOVER NUESTRAS FUENTES PARA RENOVAR NUESTRAS OBRAS? QUIEN VIVE EN NUESTRO QUERER.  EN VIRTUD DE ÉL LA CRIATURA TOMA PARTE EN NUESTRA FUERZA CREADORA, POR ESO TODO PUEDE HACER RESURGIR A NUEVA VIDA; ELLA, CON SUS ACTOS, CON SUS OFRECIMIENTOS, CON SUS SÚPLICAS, MUEVE CONTINUAMENTE NUESTRAS FUENTES, LAS CUALES, MOVIDAS COMO POR UN AGRADABLE VIENTECILLO, FORMANDO OLAS Y DESBORDANDO FUERA NUESTROS ACTOS, SE MULTIPLICAN Y CRECEN AL INFINITO. Nuestras fuentes están simbolizadas por el mar, si el viento no lo agita y no vienen formadas las olas, las aguas no desbordan fuera y las ciudades no quedan bañadas.  Así nuestras fuentes de tantas obras nuestras, si nuestro Fiat Divino no las quiere mover, o quien vive en Él no se da pensamiento de formar ningún vientecillo con sus actos, si bien están llenas hasta el borde, pero no desbordan fuera para multiplicar sus bienes en provecho de las criaturas.

 

Fiat