Un Giro hecho canción

Imagen de Mariu

Quien es una morada de Jesús en la  tierra, El lo tiene al mismo tiempo en el Cielo, en su Corazón.  No nos olvidemos nunca del Amor de Dios y de amarlo por todos. Cuando cesa el Amor a Dios empieza el pecado. 

 

 Me sentía petrificada por el dolor de la privación de mi dulce Jesús, me parece que también sus breves visitas como relámpagos, su sombra, van disminuyendo, único sostén mío en su privación, que como pequeñas gotas de rocío sostienen a la pobre plantita de mi alma, que quemada, seca por su privación le dan un hilo de vida para no hacerla morir; pero estaba toda resignada a su Voluntad, y buscaba por cuanto estaba en mí seguir mis actos interiores como cuando junto con Jesús emprendía el vuelo en su Santísimo Querer, pero ¡oh! cuán diversos los hacía, los hacía mal, no encontrando a todos para dar por todos a mi Dios.  Entonces estaba diciendo en mi interior:

“Mi Jesús, en tu Querer uno mis pensamientos a los tuyos, y como tus pensamientos circulan en cada inteligencia creada, quiero que cada pensamiento tome de los tuyos el amor de tu inteligencia, para poder poner en el vuelo del amor cada pensamiento de criatura; este vuelo llegue arriba, en el Cielo, ante la Majestad Suprema, y fundiéndose con el Amor Eterno atraiga a la tierra, sobre todas las criaturas, el amor de la Santísima Trinidad”.

 Ahora, mientras esto y otras cosas hacía, mi adorable Jesús se ha movido en mi interior y suspirando me ha dicho:

 “Hija mía, tú no puedes estar sin Mí, y mucho menos puedo Yo estar sin ti; todo lo que tú sientes en tu corazón, soy Yo; tus ansias, tus suspiros, el martirio que sufres porque estás privada de Mí, soy Yo, son mis latidos que se repercuten en ti, que te llevan mis penas, que me ocultan de ti, por esto, no pudiendo más, el amor, superando a la justicia me obliga a mostrarme”.

 Y mientras esto decía se ha hecho ver.  Dios mío, ¿quién puede decir cómo me he sentido renacer?  Después ha agregado:

 “Hija mía, tú me has dado la habitación en ti en la tierra, y Yo te tengo en el Cielo, en mi corazón, así que mientras estás en la tierra, estás Conmigo en el Cielo. 

La Divinidad se deleita con la pequeña hija del Supremo Querer teniéndola con Ellos en el Cielo, y como tenemos a nuestra pequeña hija en el Cielo y en la tierra, no nos conviene destruir la tierra como la justicia quisiera hacer, mereciéndolo las criaturas, a lo más desaparecerán muchas ciudades, la tierra abrirá vorágines en diferentes puntos haciendo desaparecer lugares y personas, las guerras la diezmarán, pero por consideración de nuestra pequeña hija no la destruiremos, habiendo dado a ella la tarea de hacer vivir nuestra Voluntad sobre la tierra. 

Por eso ten valor, no te abatas demasiado en mi ausencia; debes saber que no podré durar mucho sin hacerme ver, Yo mismo no lo puedo, y tú no ceses jamás, jamás de amarme, no sólo por ti sino también por todos nuestros queridos hermanos. 

En efecto, ¿quieres tú saber por qué Adán pecó?  Porque olvidó que Yo lo amaba y olvidó amarme, fue éste el primer germen de su culpa, si hubiese pensado que Yo lo amaba mucho y que él estaba obligado a amarme, jamás se habría decidido a desobedecerme, así que primero cesó el amor, después comenzó el pecado; y en cuanto cesó de amar a su Dios, cesó el verdadero amor a sí mismo; sus miembros y sus potencias se rebelaron a él mismo; perdió el dominio, el orden y se volvió temeroso, no sólo esto, sino cesó el verdadero amor hacia las demás criaturas, mientras que Yo lo había creado con el mismo amor que reinaba entre las Divinas Personas, en el cual uno debía ser la imagen del otro, la felicidad, la alegría, la vida del otro, por eso, viniendo a la tierra, la cosa a la cual le di más importancia fue que se amasen el uno al otro como eran amados por Mí, para darles mi primer amor, para hacer aletear sobre la tierra el amor de la Santísima Trinidad. 

Por eso en todas tus penas y privaciones no olvides jamás que Yo te amo mucho, para no olvidarte jamás de amarme, y como hija de nuestro Querer tienes la tarea de amarme por todos, así estarás en el orden y no tendrás temor de nada”.  Volumen16 Septiembre 6, 1923