La desconfianza

Imagen de Mariu

La Divina Voluntad es paz y seguridad.  Dudas y

temores.  Sólo Jesús es autor de las leyes.  Necesidad

de la venida diaria de Jesús.  La desconfianza,

el acto débil de nuestros siglos.

 

Me sentía oprimida por las privaciones de mi dulce Jesús.  ¡Oh Dios, qué pena!  Es pena sin misericordia, sin alivio, sin apoyo; faltando Jesús falta todo, por eso se siente que falta la Vida de quien puede dar vida; es pena que convierte a todo el pobre ser humano en voces que llaman a Aquél que puede darle la vida; es pena de luz que revela con más claridad quien es Jesús.  Pero mientras nadaba en el duro dolor de su privación, otro dolor se agrega, que me martillaba mi pobre inteligencia, me habían dicho que se dudaba de mis escritos porque se encontraba en ellos que Jesús me había besado, abrazado, y casi diariamente había venido a mí.  Mi pobre mente no soportaba y disparatando decía:

“Mira Amor mío qué significa el no hacerte ver y no darte a conocer por todos, si lo hicieras ellos caerían en la red de no poder estar sin Ti y te harían caer a Ti para no poder estar sin ellos.”  Yo me sentía torturada por las dudas, por temores que no es necesario poner sobre el papel.  Y mi dulce Jesús teniendo compasión de mí, todo bondad me ha dicho:

“Hija mía, tranquilízate, tranquilízate, tú sabes que jamás he tolerado en ti dudas y temores, porque son harapos viejos de la voluntad humana; mi Fiat Divino, donde Él reina no admite estas miserias, porque por su naturaleza es paz y seguridad, y así vuelve al alma que se hace dominar por su luz.  Por eso Yo no quiero nada más de ti, sino que tu respiro, tu latido, todo tu ser, no sea otra cosa que Voluntad mía y amor.

  El amor y la Divina Voluntad unidos juntos forman el más grande ofrecimiento, el más bello homenaje que la criatura puede hacer a su Creador, el acto que más se asemeja a nuestro acto.  Por eso estémonos en nuestro puesto de amarnos siempre y de no interrumpir jamás nuestro amor. 

Una Voluntad Divina siempre cumplida y un amor nunca interrumpido, es la cosa más grande que se puede encontrar en el Cielo y en la tierra, y esto es sólo de nuestro Ser Divino y de quien se da en poder de nuestro Querer. 

Además hija mía, ¿por qué te afliges tanto por lo que han dicho?  Yo soy el autor de las leyes y ninguno me puede someter a ninguna ley, y por eso hago lo que quiero y lo que más me agrada; el disponer de las almas, el cumplir en quien un designio mío, en quien algún otro, es derecho que he reservado para Mí solo, y además, ¿qué es más, el recibirme Sacramentado todos los días, entrar en su boca, descender en el estomago y aun en personas llenas de pasiones para comunicar mi Vida, mi sangre para mezclarla con la sangre de ellos, o dar un beso, un abrazo a quien me ama y vive sólo para Mí? 

¡Oh! cómo es verdad que la vista humana es corta, y hacen grandes las cosas pequeñas, y las cosas grandes las hacen pequeñas por la sola razón de que no son comunes a todos.  Además de esto, todo lo que ha pasado entre Yo y tú, las intimidades, los tantos excesos de mi Amor, mis repetidas venidas, lo requería el decoro de mi Divina Voluntad que debía hacer conocer por medio tuyo. 

Si Yo no hubiera venido frecuentemente, ¿cómo podía decirte tantas cosas acerca de mi Divina Voluntad?  Si no hubiera hecho en tu corazón mi sede, como mi templo vivo, no habrían sido tan continuas mis lecciones, por eso deberían comprender que todo lo que he hecho a tu alma debía servir a mi Divina Voluntad, la cual todo merece, y el oír mis tantas condescendencias amorosas debía servir para hacer comprender cuánto amo a la criatura, y cuánto puedo amarla, para llegar a elevarla a mi puro Amor y a la plena confianza que debe tener hacia quien tanto la ama, porque si entre la criatura y Yo no hay plena confianza, no se pueden elevar a vivir en mi Divina Voluntad.  La desconfianza siempre pone obstáculo a la unión entre Creador y criatura, es la que le impide el vuelo hacia quien tanto la ama, la hace vivir a ras de tierra, y aun a pesar de que no caiga, le hace sentir a lo vivo sus pasiones. 

Mucho más que la desconfianza ha sido el acto débil en el curso de los siglos, y a veces aun las almas buenas han retrocedido en el camino de las virtudes por causa de la desconfianza, y Yo para quitar este entorpecimiento que produce el espectro de la desconfianza, he querido mostrarme contigo todo amor y a lo familiar, más que padre e hija, para volver a llamar no sólo a ti, sino a todos los demás a vivir como hijos, como arrullados en mis brazos; y Yo he gustado, y también tú, cómo es bello tener a la criatura toda amor y toda confianza conmigo; Yo puedo dar lo que quiero, y ella no tiene ningún temor de no recibir lo que quiere, así que puesta en orden la verdadera confianza entre la criatura y Yo, viene quitado el mayor obstáculo para hacer reinar mi Divina Voluntad en sus almas. 

Entonces hija mía, Yo sé hacia donde tienden mis miras, y a qué deben servir, sé lo que hago de grande y bello cuando elijo a una criatura, y ¿ellos qué saben?  Y además, siempre tienen algo que decir sobre mi obrar, mi breve vida acá abajo no fue perdonada, cuando mi santísima Humanidad estaba en medio a ellos y Yo era todo amor para ellos, no obstante si me acercaba demasiado a los pecadores tenían qué decir, decían que no era decoroso para Mí tratar con ellos, y Yo los dejaba decir, y sin dar importancia a su hablar hacía mis actos, me acercaba de más a los pecadores, los amaba de más para atraerlos a amarme; si hacía milagros tenían qué decir, pues como me creían hijo de san José, decían que no podía salir de un artesano el Mesías prometido, e iban suscitando dudas acerca de mi Divina Persona, tanto de formar nubes en torno al Sol de mi Humanidad, y Yo suscitaba los vientos para desembarazarme de las nubes y reaparecía más refulgente en medio a ellos para cumplir la finalidad de mi venida a la tierra, la cual era la Redención.

  Por eso no te maraville el que hayan encontrado qué decir sobre el modo como me he comportado contigo, y si bien han formado nubes en torno al modo de obrar que he usado contigo, pero Yo suscitaré mis vientos para desembarazarme de estas nubes, y si aman la verdad conocerán que el modo como me he comportado contigo, a pesar de que no lo he usado con otras almas, era necesario para nuestro Amor, porque debía servir a nuestra misma Voluntad para hacerla conocer y hacerla reinar.”

Después ha agregado con un acento más tierno:

“Hija mía, pobrecitos, no están habituados a caminar en los campos de la luz de mi Divina Voluntad, por eso no es maravilla que su inteligencia haya quedado como deslumbrada, pero si se habitúan a mirar la luz verán claro que sólo mi Amor podía llegar a tanto; y como amo tanto que se conozca mi Divina Voluntad para hacerla reinar, he querido ser exuberante en el exceso de mi Amor que contenía en mi corazón. 

Es más, todo lo que he hecho contigo se pueden llamar preludios de lo que haré a aquellos que se harán dominar por mi Fiat.

  Pero te digo que así como todos aquellos que tuvieron qué decir sobre mi Humanidad estando en la tierra, y que no se rindieron a creer ante la santidad de mis obras, quedaron en ayunas del bien que Yo vine a traer a todos y quedaron fuera de mis obras, así será de aquellos que dicen del cómo, del modo de lo que he dicho, si no se rinden, también ellos quedarán en ayunas y fuera del bien que con tanto amor quería traer a todos.” Vol. 28 Junio 2 de 1930

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